
El cambio de Gobierno implica el desafío de enfrentar nuevamente una emergencia energética, con un mercado eléctrico distorsionado fruto de las regulaciones estatales entre los distintos segmentos de generación, transporte y distribución de energía eléctrica.
El país ofrece una buena posibilidad si fuésemos confiables en el mantenimiento de reglas de juego para Vaca Muerta y la masificación del uso del gas, pero la falta de mayor infraestructura refinadora obliga a importar grandes cantidades de naftas y gasoil. Además, es muy probable que se tengan que importar otros productos para la industria petroquímica, que podrán compensarse con las exportaciones futuras de GNL y Petróleo Crudo.
La destrucción de los precios relativos parece haber dejado nuevamente a la economía sin brújula. Los valores de los bienes y servicios volvieron a quedarse sin referencias bajo un esquema inflacionario donde subsisten en la práctica más de 15 tipos de cambio diferentes.
El problema de la Argentina es y será siempre el mismo, por más que le echemos la culpa a la conspiración internacional, al FMI, a los fondos buitres y al mago sin dientes,. La paradoja es siempre la misma convirtiéndose en un oxímoron. Si mañana se condonan y perdonan todas las deudas contraídas externas e internas poniendo el reloj en 0 sin deberle nada a nadie: ¿El lunes cuando comience un nuevo capítulo que hacemos si nadie va a prestar a quien no ha sido capaz de respetar los compromisos, ni siquiera a los propios? ¿Comenzará la maquinita de billetes otra vez para que la inflación se coma nuevamente el saldo entre lo que se genera y lo que se gasta?
La etapa que vendrá será el momento de la responsabilidad empresarial. Las empresas, que han sido pacientes y condescendientes durante las dos últimas décadas, deberán ser pacientes nuevamente mientras se recompone la cadena de valor y una mejora del poder adquisitivo de todos los ciudadanos. Como hace más de 50 años, habrá que hacer fortaleza e hincapié en las ventajas competitivas ampliando la agroindustria y la energía, apuntalando Vaca Muerta y las cargas ferroviarias con salidas por el Pacifico y desregionalizando el Conurbano hacia los nuevos frentes de emprendimientos con trabajo.
Para las clases ABC1 que disfrutan viajando por el mundo y a destinos exclusivos por Niza o Marbella y las clases medias que, con razón, se preocupan no habrá tranquilidad y seguridad mientras la sociedad no comprenda los desafíos de crecimientos conjuntos que hay que concretar. Parece haberse olvidado que el COVID 19 no reconoce clases sociales, ataca a todos por igual, nadie está exento.
La altivez y la soberbia y el concepto de una aristocracia extinguida enfrentada con el pobrismo secular es un círculo sin salida, cuya divergencia ha llevado al nivel de pobreza actual, a la suplantación del Estado por los clanes del narcotráfico en áreas de marginalidad y pobreza creciente, cuya dimensión no se acaba solo terminando con actos de corrupción. Eso es solo una parte del problema. El menosprecio a los que no son de la misma categoría pecuniaria (para distinguir de la intelectual) y con manejo de poder es la madre del origen prosaico de todos los problemas.
No es filantrópico el asunto, las empresas están para obtener renta y no hacer obras de caridad -lo que no excluye a la responsabilidad social empresaria-, y esa renta se obtiene de los consumidores que compran cada vez más exigiendo calidad precio a lo que se agrega la proveniencia de menor impacto ambiental.
La crisis del sector eléctrico sobreviniente no es más que un reflejo de la decadencia macroeconómica y política donde todo se juega en función de la cantidad de votos obtenibles.
Es hora de la vuelta de página y el sector eléctrico debe ser reformado para evitar las asimetrías y la subsidiaridad cruzada entre distintas regiones, pero no forzadamente por acciones resolutivas que cristalicen las ineficiencias locales de las cuales cada una tendrá su problemática. Las tarifas son un instrumento de política social. No ajustar tarifas con la evolución de los costos, es descapitalizar a la sociedad.
La deuda permanente para mantener las tarifas bajas en algunos segmentos, la falta de recomposiciones del segmento de transporte y distribución ya no son sostenibles mientras se sostenga que los organismos de control del sector son unos cruzados que velan por la minimización de la renta espuria y se manejen con la idea de que el control por resultados es la constatación de la ausencia del resultado esperado, confundiendo acción de control con penalización.
El riesgo es no poder disponer de la infraestructura en tiempo y forma compatible con un crecimiento sostenido y de desarrollo va en desmedro del crecimiento y mejora de calidad de vida de la población.
La próxima etapa deberá sustentarse en la libertad de competencia en la etapa que es competitiva el sector por fuera de los monopolios natural de transporte y distribución, donde el control se ejerce por comparación. Asombran propuestas de asignar precios de compra discriminado para cada provincia partiendo de una tarifa única para todos los usuarios del país sin criterios de eficiencia asignativa y productiva. Un error garrafal porque para eso existen dos mecanismos de compensación: el Fondo de Compensación Tarifaria (FCT) y el Fondo de Desarrollo de Obras Eléctricas del Interior (FDEI), cuya distribución son determinadas por las mismas provincias por medio del Consejo Federal de Energía Eléctrica (CFEE).
Un nuevo mercado eléctrico debe crearse y resulta necesario la vuelta del mercado a término donde cada distribuidora y gran usuario de más de 300 kW de potencia instaladas estén obligados a comprar su curva de demanda con cualquier generador mediante la manera que quiera (compra directa, licitación, leasing, Feed in Tariff, etc), vendiendo sus excedentes al precio spot horario y adquiriendo sus faltantes al precio del generador de última instancia en condiciones de año hidráulico extraseco.
CAMMESA lo único que deberá proveer son los datos para facturación y administrar la recaudación para el pago del transporte que será parte del precio de oferta del generador como agente recaudador para el sistema. La falta de pago operará como cualquier servicio y el generador podrá derivar la venta a otros clientes.
Bajo este nuevo esquema hay que separar el OED de la administración, fortaleciendo la estructura técnica de la Secretaría para dotarla de aptitud, abandonando la actual situación en la que la apoyatura técnica está dada por una institución integrada por las expresiones corporativas de los agentes del mercado.
Obviamente, se requiere masificar la instalación de medidores con capacidad para determinar potencia demandada y tramo horario de consumo, buscando brindar información para que cada usuario programe la curva de demanda más conveniente.
En el inicio o arranque del sistema toda la energía contractualizada que hoy tiene CAMMESA será distribuida y asignada proporcionalmente. Las generadoras binacionales o estatales con obligación de venta a precios operativos estarán habilitadas a competir y la diferencia entre el costo operativo y el precio de venta se destinará al fondo para nuevas obras hidroeléctricas. De esta manera las distribuidoras podrán asignar energía barata al nivel 2 de la segmentación tarifaria.
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(1) Ingeniero con posgrado en Economía de Regulación en Servicios Públicos y ex responsable del ENRE del sector Transporte y Medio Ambiente.